El criptorquidismo es una alteración primaria de los testículos (defecto congénito) y se define como el fallo de uno o ambos testículos para descender al escroto hacia las 6 a 8, incluso 10 semanas de edad (Ulberich, 1999; Nelson et al, 2010). Normalmente en los perros, el descenso testicular ocurre entre los 10 y 42 días de vida, aunque pueden existir algunas variaciones raciales (Nelson et al, 2010).
Esta patología puede ser unilateral o bilateral, pero el criptorquidismo unilateral es el más común, y generalmente el testículo derecho es el más afectado (Nelson et al, 2010; Bojrab, 1996).
El monorquidismo es el término usado para la situación en la cual un testículo falla en su desarrollo; el término no debe ser usado erróneamente para referirse al criptorquidismo unilateral (Chastain et al, 1990).
La ubicación del testículo sin descender puede ser abdominal, en el canal inguinal o en el tejido subcutáneo entre el anillo inguinal externo y el escroto (preescrotal), y raramente ectópica (una ubicación fuera de la vía descendente normal) (Nelson et al, 2010; Chastain et al, 1990).
Se desconoce la incidencia real de criptorquidismo en la población, pero su prevalencia en perros y gatos en diversas poblaciones hospitalarias varia del 1 al 5% (Nelson et al, 2010).
El criptorquidismo es hereditario porque: (Gobello, 2004)
1) Se presenta con mayor regularidad en ciertas razas (Caniche toy y miniatura, Yorkshire terrier, Chihuahua, Bóxer, Pomerania, Schnauzer miniatura, Pekinés, Maltés, Pastor Alemán); 2) Es más frecuente en ciertas familias que otras; 3) La prevalencia del rasgo puede incrementarse o reducirse seleccionando los animales afectados a favor o en contra, respectivamente.
Sin embargo, se desconoce el modo exacto de la herencia. El modelo más sencillo compatible con la evidencia disponible es un “patrón de herencia autosómica recesiva ligada a X” (Nelson et al, 2000).
La expresión del rasgo se limita a los machos, pero el defecto genético no va ligado a los cromosomas sexuales. Por tanto, machos y hembras portan el gen y pueden transmitírselo a su descendencia, pero sólo los machos homocigotas son fenotípicamente anómalos (criptórquidos) y realmente identificables. Las hembras no pueden expresar el rasgo independientemente de su genotipo. Los machos heterocigotas (portadores) son fenotípicamente normales; en otras palabras, no son criptórquidos (Nelson et al, 2010).
Pagliaretto, Karina, Rodríguez Jurado, Patricia, Fogel, Fernando