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Calidad de leche

Artículos

En Argentina hasta el año 1990 la leche fluida recibida por las empresas lácteas se abonaba al productor según el resumen mensual promedio del análisis de grasa butirosa más un porcentaje por volumen o cantidad de leche entregada.
En los meses de invierno se notaba una disminución de la producción lechera, debido entre otras causas, al clima, a la falta de pasturas en cantidad y calidad, problemas reproductivos que provocaban disminución de la cantidad de partos, etc.
Debido a esta reducción de la oferta de materia prima, las industrias lácteas establecieron un precio de cupos y excedentes, mediante el cual pagaban un precio mayor al productor en momentos de escasez de leche en el mercado. Cuando la producción aumentaba, se aplicaba una disminución del precio al productor.
Con esta situación era muy difícil planificar a largo plazo la producción primaria en los tambos. El precio definido por cupos y excedentes determinaba una incertidumbre productiva, teniendo en cuenta que la toma de decisiones de planificación de pasturas, manejo de la reproducción animal, entre otras suponía un plazo no menor a dos a tres años o más hacia el futuro, agregando a esto los vaivenes de la economía nacional, como la inflación, falta de créditos a valor producto, altas tasas de interés, etc.
Fleteros contratados por la empresa láctea recogían la leche en los tambos en tachos de 50 litros y la transportaban a las usinas procesadoras. Se le entregaba al productor un recibo comprobante con la cantidad entregada, que era medida por el camionero con una regla. Al finalizar el mes la empresa sumaba los litros, y con los datos del análisis de grasa butirosa promediaba el total de grasa entregada y facturaba según el precio de la grasa butirosa acordado por la empresa.

Claudio Daniel Larrateguy

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